Los accidentes de tráfico se han vuelto tan frecuentes que es difícil encontrar a alguien que nunca se haya visto involucrado en un solo accidente. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), 1,25 millones de personas mueren cada año por accidentes de tráfico en todo el mundo. Según un ranking elaborado por la OMS en 2013, el tráfico en Brasil ocupa el puesto 56 entre los más peligrosos del mundo. Por ello, debemos estar cada vez más atentos a la hora de conducir nuestros vehículos.

Según el Mapa de Violencia del Centro Brasileño de Estudios Latinoamericanos, en 2012 tuvimos una muerte por accidente de tránsito cada 12 minutos, totalizando más de 40 mil muertes en el país. Del total de víctimas mortales, 40% se encontraban en motocicletas, 25% eran peatones o ciclistas, 18% eran conductores de automóviles, autobuses o camiones y 17% eran pasajeros. El hecho de que las motocicletas lideren este ranking se debe a la altísima vulnerabilidad de los motociclistas. Las motos circulan prácticamente a la misma velocidad que los coches, pero con la diferencia de que en los coches los conductores van protegidos por toda la estructura del vehículo, airbags, cinturones de seguridad, etc. En las motos no existe ninguno de estos elementos, lo que deja a los motociclistas muy vulnerables ante cualquier tipo de accidente.

Hay quienes señalan la causa como carreteras con baches, falta de carriles bici, mala señalización o coches sin sistemas de seguridad. Sin embargo, el único punto que la OMS considera inadecuado en Brasil es que en algunas grandes ciudades hay vías urbanas con un límite de velocidad de 80 km/h (mientras que la OMS recomienda una velocidad máxima en las vías urbanas de 50 km/h). Por tanto, el mayor problema no es nuestra infraestructura sino los conductores. Según el Observatorio Nacional de Seguridad Vial, el 98% de los accidentes son causados por errores humanos, como se detalla en la siguiente infografía.

El alto porcentaje de accidentes causados por errores humanos se explica por un reciente estudio del Centro de Investigaciones Jurídicas Aplicadas de la Fundación Getulio Vargas, que afirma que al 82% de los brasileños les resulta fácil desobedecer las leyes del país.

La conclusión que podemos sacar de estos números es que el tráfico brasileño es extremadamente peligroso y los responsables (e irresponsables) de la gran mayoría de las muertes son los propios conductores. Dado que a la mayoría de los brasileños les resulta fácil desobedecer la ley, una supervisión eficiente debería alentar a los conductores a abandonar comportamientos riesgosos hasta que el comportamiento responsable se vuelva automático. Esto sucedió con el cinturón de seguridad, que requirió multas o alertas sumamente molestas por falta de uso en vehículos más modernos por lo que su uso pasó a formar parte de la rutina de los conductores, permitiendo así reforzar la seguridad de todos.